¿DESDE DÓNDE PIDES PERDÓN?

FUENTE DE ALIVIO O CONFLICTO

 

¿QUÉ SIGNIFICA PEDIR PERDÓN?

El perdón es un acto reparador que empleamos cuando sentimos que hemos hecho algo mal o causado algún daño. Este gesto nos ayuda a reparar, compensar, a mejorar en las relaciones y a sentirnos mejor con nosotros mismos. Además, ayuda a generar en la otra persona sentimientos de comprensión y empatía por aquel que le hizo daño. Pero, al igual que ocurre con muchas otras conductas, el perdón es un gesto sano que, mal utilizado, puede convertirse en un arma de doble filo.

 

¿QUÉ OCURRE CUANDO PEDIMOS PERDÓN SIN SER ADECUADO HACERLO?

Hay personas para las que les resulta muy complicado pedir perdón y otras que lo liberan con demasiada facilidad. No nos resulta siempre fácil identificar cuando es ajustado disculparnos, porque ello puede activar miedos, inseguridades, sensación de no saber si estamos haciendo lo correcto, o frustración si en el fondo de nosotros sentimos que no hemos hecho nada malo.

El perdón está relacionado con la emoción de la culpa. Ésta está basada en nuestro sistema de valores y en nuestros modelos de referencia. Funciona como si tuviéramos un sabio interno que nos dice cuándo estamos siendo coherentes con ellos y cuándo no. El problema, es que en ocasiones la culpa es una emoción funcional, es decir, nos resulta útil, y otras no lo es ya que solo nos genera sufrimiento. Por ejemplo, es funcional cuando hemos robado algo a alguien y debemos asumir las consecuencias. No lo sería en el caso de un conflicto con un amigo, donde sentimos que no hemos hecho nada malo y acabamos pidiendo perdón por evitar su rechazo.

Las consecuencias de pedir disculpas cuando no es adecuado hacerlo son: 

  • Asumir responsabilidades que no nos corresponden, haciendo que la otra persona se sienta con más derechos sobre nosotros.
  • Aumentar nuestra sensación de incompetencia e inseguridad, colocándonos en un modo de complacencia al sentir que nuestro bienestar depende de lo externo.
  • Los límites con los demás se vuelven difusos, y yo acabo perdiendo mi criterio propio. Perdemos la referencia de nuestros valores y creencias y comenzamos a aumentar los sentimientos de culpa disfuncional.

Se refuerzan nuestros miedos (miedo a que se enfaden conmigo, a que me dejen, a quedarme solo/a, etc.).

 

PAUTAS PARA APRENDER A PEDIR DISCULPAS DE FORMA SANA 

  • Reflexionar sobre cuáles son los valores que elegimos tener y cuáles son los valores que sin planteárnoslos hemos asumido. Esto nos ayuda a definir nuestros propios principios morales y nuestro criterio. En base a ello, valoraremos cuando hemos generado un daño que hay que reparar y cuando no, trabajando la idea de que no somos egoístas o malas personas por no siempre ajustarnos a lo que los demás esperan de nosotros.
  • Identificar cuándo aparece la culpabilidad disfuncional y gestionarla. Para ello, es necesario plantearse la diferencia entre hacerse cargo y cuidar de alguien. Cuando nos hacemos cargo de las emociones del otro le victimizamos y nos responsabilizamos de su bienestar, aspectos que son dañinos.  Sin embargo, cuando acompañamos a alguien con sus emociones, significa que, aunque éstas pueden afectarnos, no nos sentimos responsables.
  • Trabajar nuestros miedos e inseguridades que hay detrás de todo ello y que sostienen este comportamiento (miedo a que me dejen de querer, a quedarme solo/a, al rechazo, a “ser los malos/as”, …).  

Trabajar nuestra emoción de la culpa y con que está relacionada, reafirmarnos en nuestro sistema de valores y discriminar cuando es sano pedir perdón y cuando no, nos ayuda a relacionarnos de manera adecuada y a darnos nuestro sitio en los vínculos. Si tienes dudas sobre cómo realizar esto, las profesionales de AtienzaBoada te acompañamos en tu camino.

 

Cristina González

Centro de Psicología AtienzaBoada

Mayo 2021

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AtienzaBoada Centro de Psícología